LA REINA
El dolor y la pena,
la insuficiencia cardiaca,
las mandarinas en los mercados
en un mes de diciembre radiante,
las cúpulas bajo el sol,
el corazón que se apaga.
Todo los colores de la vida.
Una iglesia en medio de un jardín privado.
Los colores sobre las colinas,
los colores y las aves.
Todos los humildes colores de la vida.
La oración de un ser que termina,
su amor que se marcha,
que renuncia al calor de la piel
y deja las manos sin movimiento.
Y la soledad que durante un segundo
se hace órgano y forma visible
para llevarse a la oscuridad
el cuerpo moribundo.
La muerte no existe.
Existe ella, la soledad,
la reina del mundo,
la soberana de la conciencia,
la más alta dama.
Roma, la soledad.
LA REGINA
Il dolore e la pena,
l’insufficienza cardiaca,
i mandarini nei mercati
in un mese di dicembre radioso,
le cupole sotto il sole,
il cuore che si spegne.
Tutti i colori della vita.
Una chiesa nel mezzo di un giardino privato.
I colori sulle colline,
i colori e gli uccelli.
Tutti gli umili colori della vita.
La preghiera di un essere che sta per lasciarci,
il suo amore che se ne va,
che rinuncia al calore della pelle
e lascia le mani senza movimento.
E la solitudine che per un secondo
si fa organo e forma visibile
per portarsi via l’oscurità
il corpo moribondo.
La morte non esiste.
C’è lei, la solitudine,
la regina del mondo,
la sovrana della coscienza,
la più alta signora.
Roma, la solitudine.
MENDIGOS EN EL TÍBER
Me he sentado en una orilla del río Tíber,
al lado de unos mendigos
que habían hecho una hoguera
y vivían en tiendas de campaña con plásticos
e ingeniosos remiendos
y rodeados de galgos negros y gatos blancos
y me he puesto a pensar en Roma.
Ella también viene de la noche del hambre,
de la intemperie profunda.
Me miran los mendigos, con rostros
oscurecidos por las barbas y los gorros,
ausentes tras sus raídas mantas.
Una caja vacía de pizza,
unas latas,
una estacas con ropa tendida
y sus sonrisas
temerarias y deformes.
Me imagino per un instante
que me quedo a vivir aquí con ellos,
como uno más que solo quiere ver el sol
y tocar el viento
y hablarle a la lluvia.
Roma, eres mi última esperanza
de amar y ser amado.
MENDICANTI NEL TEVERE
Mi sono seduto su una sponda del fiume Tevere,
accanto a dei senzatetto
che avevano fatto un falò
e vivono in tende rivestite dalla plastica
e altri ingegnosi rimedi
e attorniati da neri levrieri e gatti bianchi
e mi sono messo a pensare a Roma.
Anche lei viene dalla notte della fame,
dalle profonde intemperie.
Mi guardano i senzatetto con facce
oscurate da barbe e berretti,
assenti sotto le logore coperte.
Un contenitore vuoto per la pizza,
delle lattine,
dei paletti con i vestiti stesi
e i loro sorrisi
temerari e deformi.
Immagino per un momento
di restare a vivere qui, con loro,
come uno in più che vuole soltanto vedere il sole
e toccare il vento
e parlare alla pioggia.
Roma, sei la mia ultima speranza
di amare e di essere amato.
PIAZZA NAVONA
Sin embargo, en los sitios donde no hay turistas
y solo te encuentras a gente normal
siento miedo porque echo de menos
esa concupiscencia festiva de los seres ociosos,
esa víspera de la ilusión en donde viven,
y me entristecen las calles
en donde no hay nadie,
y al final acabo escogiendo
los bulevares bulliciosos
de los turistas encendidos,
de la muchedumbres contemplativas
porque quieras que no los turistas
a veces también son una buena compañía.
Y esta es la razón
por la que siempre acabo
recluido en la Plaza Navona,
allí estoy a salvo de la vida normal,
porque en esa plaza siempre hay cientos
y cientos de rostros iluminados,
siempre gente de vacaciones,
y así los turistas comparten conmigo
su amor a la vida.
Plaza Navona es mi patria,
allí estoy tranquilo,
allí me protegen todos los ángeles de cielo.
Incluso los ángeles difuntos,
porque también entre los ángeles
la muerte existe.
Los ángeles, cuando mueren,
son enterrados en Roma.
PIAZZA NAVONA
E comunque, nei luoghi dove non ci sono turisti
e incontri solo persone normali
ho paura perché non trovo
quella concupiscenza festiva degli esseri oziosi,
quella vigilia dell’illusione in cui vivono,
e mi addolorano le strade
dove non c’è nessuno,
e alla fine scelgo
i viali affollati
dai turisti elettrizzati,
dalle folle contemplative
perché sai che anche i turisti
talvolta sono una buona compagnia.
E questo è il motivo
per cui finisco sempre
recluso in Piazza Navona,
Lì sono al sicuro dalla vita normale,
perché in quella piazza ci sono sempre centinaia
e centinaia di volti illuminati,
sempre gente in vacanza,
così quei turisti con me condividono
il loro amore per la vita.
Piazza Navona è la mia patria,
lì me ne sto tranquillo,
lì mi proteggono tutti gli angeli del cielo.
Anche quelli defunti,
perché perfino tra gli angeli
la morte esiste.
Gli angeli, quando muoiono,
vengono seppelliti a Roma.
ISLA TIBERINA
Tengo delante la basílica de San Bartolomé all’Isola.
Es un día de lluvia.
La iglesia es un amasijo de edades.
Se construyó en el año ochocientos,
creció y se reformó en el mi doscientos,
fue destruida por una inundación
en el mil quinientos,
fachada actual del mil seiscientos,
y adentro los restos de un hombre
llamado Bartolomé
a quien se venera como santo.
No es una iglesia famosa en Roma.
Tampoco él pertenece al grupo selecto
del santoral más popular y canónico.
Es una iglesia menor, dicen los libros.
Por eso he venido a verte,
pequeña iglesia aterida entre tanta iglesia grande,
pequeña iglesia de mi corazón ambulante.
Eres mi vida.
Vives rodeada de agua.
En una isla.
En una isla diminuta.
Eres como mi esencia.
San Bartolomé, tu iglesia, tu isla y yo,
amada segunda división,
amada y querida gente común,
amada y querida clase media,
que pasamos por la vida
sin demasiada gloria,
pero con muchas penas,
y con mucho silencio.
ISOLA TIBERINA
Ho davanti a me la basilica di San Bartolomeo all’Isola.
È un giorno di pioggia.
La chiesa è un ammasso di epoche.
Fu costruita nell’anno ottocento,
crebbe e fu rinnovata nel milleduecento,
distrutta da un’inondazione
nel millecinquecento,
facciata attuale del milleseicento,
e dentro ci sono i resti di un uomo
chiamato Bartolomeo
venerato come santo.
Non è una chiesa famosa di Roma.
Neppure lui appartiene al gruppo selezionato
del santorale più popolare e canonico.
È una chiesa minore, dicono i libri.
Per questo sono venuto a trovarti,
piccola chiesa intirizzita tra tante chiese grandi,
piccola chiesa del mio cuore ambulante.
Sei la mia vita.
Vivi circondata dall’acqua.
In un’isola.
Su una piccola isola.
Sei come la mia essenza.
San Bartolomeo, la tua chiesa, la tua isola ed io,
amata seconda divisione,
amata e cara gente comune,
amata e cara classe media,
che passiamo attraverso la vita
senza troppa gloria,
ma con molte pene,
e con molto silenzio.
BRAMANTE
¿A quién recordaré
cuando esté a punto
de marcharme?
Es un enigma
que se resuelve tan solo
en el segundo que precede
a la gran oscuridad
en donde ya no hay enmienda
ni remordimiento.
Al fin verás ese rostro.
Y será tarde.
Noche romana
al lado del claustro
del Bramante,
dímelo ahora.
¿A quién amé?,
pregunto por las calles
de Roma,
peregrino de mi pasado
y no de estas santas iglesias.
Y si no hubieras amado a nadie,
contesta El Bramante.
BRAMANTE
Chi ricorderò
quando starò sul punto
di andarmene?
È un enigma
che si risolve da solo
nel secondo che precede
la grande oscurità
dove non vi sono più mutamenti
né rimorso.
Finalmente vedrai quel viso.
E sarà troppo tardi.
Notte romana
accanto al chiostro
del Bramante,
dimmelo ora.
Chi ho amato?
chiedo per le strade
di Roma,
pellegrino del mio passato
e non di queste sante chiese.
E se non avessi amato nessuno,
risponde Bramante.
5 DE MARZO
Con la epidemia gobernando Italia,
Roma se ha vaciado de turistas.
Te has quedado sin nadie, Roma.
Paseo por Campo de’ Fiori,
por Piazza della Quercia, por via dei Pettinari,
y no hay hombres ni mujeres ni gatos,
todos se han marchado.
Te estoy viendo como te vieron los antiguos.
Como fuiste en el mil trescientos.
Como si regresara la Edad Media.
Como te vio Stendhal,
como te vieron los viajeros del siglo diecinueve.
Ahora estás tan solo como yo.
Qué más quisieras tú, Roma.
Jamás, nunca jamás estarás
tan sola como yo.
Esa jerarquía es solo mía.
Tuyos el arte, dios, los ángeles,
la belleza, la espada,
el misterio de la historia.
Mía la soledad suprema.
5 MARZO
Con l’epidemia che domina l’Italia,
Roma si è svuotata di turisti.
Sei rimasta sola, Roma.
Passeggio per Campo de’ Fiori,
per Piazza della Quercia, per via dei Pettinari,
e non ci sono uomini né donne né gatti,
se ne sono andati tutti.
Ti osservo come ti hanno visto gli antichi.
Come sei stata nel milletrecento.
Come se fosse tornato il Medioevo.
Come ti vide Stendhal,
come ti videro i viaggiatori del diciannovesimo secolo.
Ora sei sola, come lo sono io.
Che altro vorresti tu, Roma.
Non starai mai, mai
da sola come lo sono io.
Questa condizione è solo mia.
Tuoi sono l’arte, dio, gli angeli,
la bellezza, la spada,
il mistero della storia.
Mia la suprema solitudine.
POETA EN ROMA
Roma, tú no eres Italia.
Roma, tú no eres Europa.
Roma, tú fuiste Nerón y Jesucristo.
Eso es lo que más amo de ti,
que queras Nerón y Jesucristo.
Roma, llévame contigo.
Roma, dame el miedo.
Roma, yo no quiero ver lo que tú has visto.
Roma, yo quiero ver gente feliz.
Roma, elijo los campos, las montañas,
los ríos y los árboles.
Roma, tengo que marcharme.
POETA A ROMA
Roma, tu non sei l’Italia.
Roma, tu non sei l’Europa.
Roma, tu sei stata Nerone e Gesù Cristo.
È questo ciò che più amo di te,
che sei Nerone e Gesù Cristo.
Roma, portami con te.
Roma, dammi la paura.
Roma, non voglio vedere ciò che tu hai visto.
Roma, io voglio vedere gente felice.
Roma, scelgo i campi, le montagne,
i fiumi e gli alberi.
Roma, devo partire.
DESDE MADRID TE SIGO QUERIENDO
Desde Madrid,
rodeado he hospitales rotos
con miles de enfermos,
con ancianos que se fueron solos
a le extinción y a la consumación,
sin familia, sin hijos
a quienes entregar una mano abierta,
pienso en ti,
Roma, mi Roma.
Pienso en tus ángeles y en tus dioses.
Pienso en que tu soledad y la mía
cayeron profundamente enamoradas
a los pies de las estrellas.
Come un enamorado más
en ti busco auxilio y esperanza,
en el camino de todos los enamorados
hacia la muerte y el olvido.
Te esperaré y tú me esperarás.
Y si yo no volviera,
otro español lo hará,
y te amará como siempre
te hemos amado los poetas.
DA MADRID SEGUITO AD AMARTI
Da Madrid,
circondato da ospedali infranti
con migliaia di ammalati,
con anziani che da soli se ne sono andati
all’estinzione e al compimento,
senza famiglia, senza figli
a cui dare una mano aperta,
penso a te,
Roma, la mia Roma.
Penso ai tuoi angeli e ai tuoi dèi.
Penso alla tua solitudine e alla mia
cadute profondamente innamorate
ai piedi delle stelle.
Come un altro innamorato
in te cerco aiuto e speranza,
sulla strada di tutti gli innamorati
verso la morte e l’oblio.
Ti aspetterò e tu mi aspetterai.
E se non dovessi tornare
lo farà un altro spagnolo,
e ti amerà come sempre
ti abbiamo amato noi poeti.
|