SI RONDA EL TIBURÓN, SI CAMINAMOS
por una calle de árboles extraños,
si el viento nos cubre de pétalos rosados
-o fichas de ruleta- y un cascarudo
chilla en la pista más fuerte que el avión,
si a medianoche me despierta la imagen
de dos que vuelven del abismo con langostas
en sendas redes de malla muy cerrada,
si un ostrero o un pinzón se avienen
a ilustrar la evolución de las especies,
¿quiere decir entonces que retornan
las islas negras, vas de nuevo a señalar
en las grietas entre la lava el pasto
amarillo que asoma,
de veras va a nacer
la vida una vez más, volver sobre sus pasos
el mar que encandila, la mañana
de los monstruos serenos, iniciales?
SE SI AGGIRA LO SQUALO, SE NOI ANDIAMO
per una strada d’alberi sconosciuti,
se il vento ci ricopre di petali rosati
– o fiches da roulette – ed uno scarabeo
strilla più dell’aereo, sulla pista,
se a mezzanotte mi sveglia la visione
di due che riportano aragoste dall’abisso
nelle loro reti a maglie molto strette,
se una beccaccia di mare o un fringuello si prestano
a illustrare l’evoluzione delle specie,
vuol dire allora che stanno tornando
le isole nere, che indicherai di nuovo
tra le crepe della lava l’erba
gialla spuntare,
davvero sta per nascere
una volta ancora la vita, e ritirarsi
il mare abbacinante, la mattina
dei sereni bruti primigeni?
SÍ, ESTÁN VOLVIENDO, VUELVEN,
es sutil el origen de estas islas,
que trae la noche y vienen con el sueño.
Algo que, digamos, hubiera quedado irresuelto en el pasado,
pero es inútil buscar, retrospectivamente,
cicatrices o indicios de angustia
en las calas cubiertas de resaca,
en el pueblo negro de iguanas
sobre la costa catatónica:
la búsqueda podría,
como un detective distraído, fabricar pistas falsas
o adulterar las verdaderas. El mismo velo espeso
que cubre lo-que-ha-de-ser cubre el pasado:
los dioses se ríen de la ansiedad excesiva
que los hombres tienen por conocer el futuro;
y peor aun que soportar su burla
es ver pasar a la ninfa Asterie, la única
a la que es dado volar hacia su infancia.
Allá va, atraviesa Sullivan Bay
y esas manchas oscuras son galápagos
apareados hace horas, los acuna
el tumultuoso mar.
SÌ, STANNO TORNANDO, TORNANO,
un enigma è l’origine di queste isole
che porta la notte e vengono col sogno.
Qualcosa, diciamo, rimasta irrisolta nel passato,
tuttavia è inutile cercare retrospettivamente
cicatrici o indizi di un’angoscia
nelle cale che copre la risacca,
tra il popolo nero degli iguana
sulla costa catatonica:
l’indagine potrebbe,
come un detective distratto, fabbricare false piste
o contraffare quelle vere. Lo stesso fitto velo
che copre ciò-che-deve-essere copre il passato:
si ridono gli dèi della smania eccessiva
che hanno gli uomini di conoscere il futuro;
ma anche peggio che sopportare il loro scherno
è veder passare la ninfa Asterie, la sola
cui è permesso volare verso la propria infanzia.
Laggiù va, sorvola Sullivan Bay,
sono testuggini quelle macchie scure,
accoppiate da ore mentre le va cullando
il mare turbinoso.
LA NOCHE ANTES DE EMBARCAR
Toca dormir en esta casa, aquí
nos dejaron, provistos de una cita:
mañana a la mañana, en el muelle.
Por la ventana
que da a la calle se ven los mismos árboles
que en el jardín, es fácil confundirse,
adentro, afuera, el mismo color rosa
de los grandes pétalos.
Sólo un azul……........…………
..……………………este jardín,
………..una calle………………
una casa
y en esa casa un jardín, quizás éste.
Tus ojos son el ancla, cerca de ellos
estoy seguro, ellos son la casa
verdadera,
no estas paredes falsas, dibujadas
de apuro, justo antes que lleguemos
-no separan siquiera dos matices
de rosa,
ni un hemisferio de otro, ni los cielos,
enemigos, de la osa y el carrito-.
No me cubren tus ojos del rocío
ni del tiempo,
no evitarán que muera y sin embargo
ellos sí son refugio, talismán,
cerca de ellos yo me creo seguro.
O, mejor,
empieza a darme igual lo que suceda,
a no asustarme esta casa que mañana
dejaremos como un poco más tarde
dejaremos las islas, el aliento,
los huesos.
Pero es que sin vos lo mismo daría
haberse muerto ya,
y entonces lo peor, que hubiera sido
no conocerte,
vivir en otro siglo distinto del tuyo,
en un planeta
cualquiera de cualquier podrido sol,
o peor,
cruzarse con vos en la cola del cine,
en la sala
de espera de la morgue, y no avivarse
que eras vos,
tenerte delante, y, como un artista pésimo,
no verte,
eso ya no sucedió y ahora todo está bien,
ahora
lo único que quiero es no sobrevivirte.
La casa
ojalá fuera de cartón, de dulce,
ojalá
de chocolate o mazapán, y viniera
a comérsela
un ogro, y se la comiera con nosotros
adentro.
(Es por algo que el niño venusino
bajó a la tierra armado de arco y flecha,
no se trajo una pala ni una escuadra
ni ridículamente acarreó
desde su olímpica morada vendas,
lenitivos, remedios. Su tarea
es dañar, no curar, no construir nada;
si cuando te ensarta te olvidás
de la muerte, se trata de un efecto
colateral, del mismo modo que
un tipo al que le pegan un balazo
en la mano, en un hombro, en un pie,
seguro que se olvida de inmediato
de la angustia suicida, inmaterial,
que hace cinco minutos lo aquejaba:
cuando de veras pica, se transforma
en trivial el miedo a lo futuro;
el día de mañana y toda
deducción y toda prospección
y toda
reflexión, que el diablo se las lleve:
esta es la hora
furiosa y a la vez serena
del ahora
y en las manchas rojas, amarillas,
del ahora, en las islas un reino
fundado en la ley de tu mirada,
cosmos macro
donde cada accidente del terreno
corresponde a un cosmos micro:
las montañas tus pies, las lagunas tus ojos,
¿y por qué
en el infinito ensayo geológico
no podría el planeta
generar una cosa como esa?
Si fuera posible,
aquí debería ser, aquí empieza de nuevo,
a hervir la tierra,
nacen de nuevo, en las grietas del basalto,
pálidas hebras de pasto.
LA NOTTE PRIMA DELL’IMBARCO
Bisogna dormire in questa casa, ci hanno
lasciati qui, con un appuntamento:
al molo, domattina.
Dalla finestra
sulla strada si vedono alberi, gli stessi
che nel giardino, è facile confondersi,
di dentro, di fuori, lo stesso rosa
dei grandi petali.
Solo un azzurro……………..……..
……………………questo giardino,
………………una strada………….
una casa
e in quella casa un giardino, forse questo.
Un’àncora i tuoi occhi, accanto ad essi
io sto al sicuro, essi la vera casa
sono,
non queste pareti posticce, verniciate
in fretta proprio prima che arrivassimo
– non separano neppure due sfumature
di rosa,
né un emisfero dall’altro e neanche i cieli,
nemici, dell’orsa e del piccolo carro.
Non mi riparano, i tuoi occhi, dalla rugiada
e neppure dal tempo,
non potranno evitarmi la morte e tuttavia
sono rifugio certo, talismano,
è accanto ad essi che mi so al sicuro.
O meglio
mi importa meno quello che succede,
e non temo la casa che domani
lasceremo come un po’ più tardi
lasceremo le isole, il respiro,
le ossa.
Senza di te però sarebbe uguale
l’esser già morto,
ed in tal caso il peggio, che sarebbe stato
non conoscerti mai,
vivere in altro secolo, differente dal tuo
su un pianeta
qualunque di un qualunque squallido sole,
o peggio ancora,
incrociarci tu ed io al cinema, in fila,
nella sala
d’attesa all’obitorio, e non capire
che eri tu,
averti lì davanti e come un pessimo artista
non vederti,
– questo non è accaduto e tutto ora va bene,
ora
ciò che voglio soltanto è di non sopravviverti.
Magari fosse
la casa di cartone o marmellata,
magari
di cioccolato o marzapane, e arrivasse
a mangiarsela
un orco, e la mangiasse con noi dentro.
(Non per nulla il fanciullo di Venere
discese in terra armato d’arco e frecce,
non trasse con sé pala né squadra
né risibilmente si portò
dalla sua olimpica dimora bende,
sedativi, farmaci. Compito suo
è nuocere, non curare, non costruire qualcosa;
se quando ti trafigge tu ti scordi
della morte, questo è solo un effetto
collaterale, al modo stesso in cui
un tizio cui han piantato una pallottola
nella mano o in una spalla o un piede,
certo che perde di colpo ogni memoria
dell’angoscia suicida, immateriale,
che cinque minuti prima lo affliggeva:
quando davvero duole, diviene
banale la paura del futuro;
il venturo domani e qualsiasi
deduzione, qualsiasi pronostico
e qualsiasi
riflessione, che vadano all’inferno:
questa è l’ora
infuriata e al tempo stesso serena
dell’adesso
e nelle macchie gialle, rosse,
dell’adesso, nelle isole un regno
fondato sulla legge del tuo sguardo
cosmo macro
in cui qualunque aspetto del terreno
corrisponde a un cosmo micro:
le montagne i tuoi piedi, le lagune i tuoi occhi,
e perché mai
nell’esperimento geologico infinito
non potrebbe il pianeta
dare vita a una cosa come questa?
Se potesse accadere,
dovrebbe essere qui, comincia qui di nuovo
a ribollire la terra,
nascono di nuovo, tra le crepe del basalto
pallide chiome d’erba.
EL MUSEO DARWIN
Monedas de un dios indiferente,
días como islas, cada uno de ellos
con su flora y su fauna,
separado uno de otro por la
noche; y en su silencio agudo, el paso
de un gigante que viene a traernos
el rarísimo don del presente.
Nada es más semejante
a un esqueleto humano que uno
de murciélago: a la hora de los huesos
todos iguales y el alma una cosa
cuya importancia sería fácil
-tratándose, como se trata, de uno mismo-
exagerar. Un museo muy años 60,
con fotos, grabados, el sol
filtrándose a través de ventanas
un poco sucias y una carta de Darwin
escrita en grandes helvéticas:
“Mirando esta tarde los pinzones
junto a la costa de Florián…”
Entre la acusada conciencia del pasado,
y la desmemoria,
entre distinguir y confundir
las hojas con la sombra de las hojas,
así existimos, esa fue la forma
que la felicidad tomó para nosotros.
Tampoco del reflejo
se puede saber
si se corre, o muere y nace
de nuevo en la violeta
superficie del mar.
IL MUSEO DARWIN
Monete di un dio indifferente,
giorni come isole, ciascuno
con la sua flora e fauna,
e che la notte l’un dall’altro
separa; e nel suo aguzzo silenzio, il passo
di un gigante che ci viene a portare
il rarissimo dono del presente.
Niente assomiglia di più
a uno scheletro umano che uno
di pipistrello: tutti uguali
nell’ora delle ossa, e l’anima una cosa
la cui importanza facile sarebbe
– trattandosi, come si tratta, di noi stessi –
enfatizzare. Un museo molto anni 60,
fotografie, incisioni, il sole
che filtra dai vetri
un po’ sporchi e una lettera di Darwin
a grandi caratteri in Helvetica
“Oggi pomeriggio, osservando i fringuelli
vicino alla costa di Florián….”
Fra la netta coscienza del passato
e la smemoratezza,
fra distinguere e confondere
le foglie con l’ombra delle foglie,
così esistemmo, fu questa la forma
assunta per noi dalla felicità.
Neppure del riflesso
è dato sapere
se si va spostando, oppure muore e nasce
di nuovo sulla violacea
superficie del mare.
PUERTO BAQUERIZO
¿Pero cómo fabrica la noche
esos pétalos luminosos, rosados?
¿Qué reserva de luz tienen los árboles
que flanquean nuestro paso?
Los pelicanos no saben geometría, las estrellas
de mar no cuentan hasta cinco: cada uno, sin embargo,
vive en su forma, de una forma, sobre el techo
de una dársena o en el fondo del mar.
“Creo haber encontrado, creo
haber encontrado”, dice Darwin:
y un mundo de emociones morales
se derrumba ante el hallazgo. Hace bastante menos
de un millón de años, van y vienen fichas sobre el paño
de una mesa de juego, a oscuras
hurgan los pinzones entre las piedras de la playa
adaptando su pico al alimento disponible.
Las formas mutan en un paño, un sueño,
y en ese sueño ruedan
“oh” y “ah”, dos figuritas que vendrían
a ser nosotros en puertos
de nombres raros: Baquerizo,
Fernandina, Sullivan Bay.
PORTO BAQUERIZO
Come farà la notte a fabbricare
questi petali luminosi, rosati?
Che riserva di luce hanno gli alberi
che scorrono lungo i nostri passi?
Non sanno la geometria, i pellicani, né le stelle
marine contano fino a cinque: e tuttavia ciascuno
vive nella sua forma, in una forma, sul tetto
di una darsena o nel mare profondo.
“Credo d’aver trovato, credo
d’aver trovato”, dice Darwin:
e un mondo di emozioni morali
si schianta di fronte alla scoperta. Da abbastanza meno
d’un milione di anni, vanno e vengono fiches sopra il panno
di un tavolo da gioco, a casaccio
rovistano i fringuelli fra le pietre della spiaggia
adattando il becco all’alimento disponibile.
Le forme mutano sopra un panno, in un sogno,
e nel sogno si aggirano
“oh” e “ah”, due minuscole figure che poi saremmo
noi in porti
dai nomi strani: Baquerizo,
Fernandina, Sullivan Bay.
EPÍLOGO DE LA CUARTA PARTE
Un palimpsesto, una superficie alterada por inscripciones,
blancos, pisadas superpuestas, sueños
fracturas y rayones que sugieren
circunstancias cambiantes que impactan
sobre la forma misma de los seres.
Un examen atento de los cuerpos
hace de cada cual un palimpsesto,
en los órganos inútiles, en los estúpidos
errores de diseño, revela
los otros cursos que la historia
podría haber tomado, manchas o fichas
o islas que van y vienen sobre un paño,
formas que el viento desperdiga,
hunde en el mar:
tendencias satisfechas, luego abandonadas,
necesidades que emergen o declinan,
afinidades que se desvanecen,
constantes recomienzos y partidas:
durante un único, interminable viaje
de juventud alrededor del globo
Darwin despliega una fuerza sobrehumana,
un demonio parece que lo anima,
después vive sesenta años más
postrado por el Chagas, pensando en lo que vio,
reescribiendo las ávidas notículas
que cubren sus cuadernos:
lados, minutos, pies,
millas y grados
y un vendaval de bestias y de flores
que vuelve cada noche cuando sus hijos duermen.
EPILOGO DELLA QUARTA PARTE
Un palinsesto, superficie alterata da scritte,
spazi bianchi, impronte sovrapposte, sogni,
slabbrature e abrasioni che suggeriscono
circostanze mutevoli capaci di influenzare
la forma stessa dei viventi.
Un attento esame dei corpi
fa di ciascuno di essi un palinsesto,
negli organi inutili, negli stupidi
errori di progetto, rivela
le strade diverse che la storia
potrebbe aver preso, macchie o fiches
o isole che vanno e vengono su un panno,
forme che il vento disperde,
sprofonda in mare:
inclinazioni appagate e poi lasciate andare,
bisogni che emergono o vengono meno,
affinità che svaniscono,
ripetuti nuovi inizi e partenze:
durante un solo interminabile viaggio
di gioventù attorno al globo
Darwin mostra una forza sovrumana,
sembra animarlo un démone,
e dopo vive altri sessant’anni
abbattuto dal morbo di Chagas, pensando a quanto ha visto,
riscrivendo le brevi avide note
che ricoprono i suoi quaderni:
lati, minuti, piedi,
miglia e gradi
e una tempesta di animali e fiori
che ritorna ogni notte mentre i suoi figli dormono.
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