UN PEZ EN LAS AGUAS DEL MUNDO
DICEN que La Habana no está en las Antillas.
Que tampoco la baña, como de costumbre,
La dura espuma del Caribe.
Dicen que salió, con rumbo norte, hacia el Atlántico,
Y una parte de ella
se fue al África,
la otra, en pos de Europa.
De ahora en adelante
No será necesario buscarla en los mapas,
Bastará con cerrar los ojos
Y señalar hacia cualquiera de los puntos cardinales.
La Habana estará aleteando, como un pez
en las aguas del mundo.
Hablaremos de Londres o París,
Soñaremos con Amsterdam o Bruselas
y nuestros pasos
tendrán el reflejo de otras calles,
aquellas que mueren al contacto con la brisa.
No tendremos que recordar a Lezama
para que el viento nos traiga la noche.
Ni habrá que vociferar frente a la bahía
para que irrumpa sediento
el fantasma de Casal.
Dicen que los cadáveres de mi ciudad
andan revueltos,
que es imposible encontrarlos
entre piedras invisibles.
Pero dígase La Habana
y un relámpago iluminará el perfil de una diosa.
Háblese de ella con un venablo en la mano.
¿Es que La Habana no es La Habana?
¿Será que sólo existe una ciudad
codiciada por todos los ejercitos?
Si preguntan por ella, responde: «no sé,
creo que anda de viaje».
Y deja que se devanen los sesos
tratando de imaginar ese aire
entre bárbaro y gentil,
esa melodía ciega, ese gesto
como de aso de liebre
que salta en la sonrisa de los habaneros.
UN PESCE NELLE ACQUE DEL MONDO
DICONO che L’Avana non si trova nelle Antille.
Che non la bagna, come di consueto,
la dura schiuma dei Caraibi.
Dicono che è partita, diretta al nord, verso l’Atlantico,
e che una parte di lei
se ne è andata in Africa,
l’altra, dietro l’Europa.
Da ora in poi
non sarà necessario cercarla sulle mappe,
basterà chiudere gli occhi
e indicare uno qualsiasi dei punti cardinali.
L’Avana guizzerà, come un pesce
nelle acque del mondo.
Parleremo di Londra o di Parigi,
sogneremo Amsterdam o Bruxelles
e i nostri passi
avranno il riflesso di altre strade,
quelle che muoiono a contatto con la brezza.
Non dovremo ricordare Lezama
per far sì che il vento ci porti la notte.
Né sarà necessario gridare davanti alla baia
perché irrompa assetato
il fantasma di Casal.
Dicono che i cadaveri della mia città
vagano inquieti,
che è impossibile trovarli
tra pietre invisibili.
Ma si pronunci L’Avana
e un lampo illuminerà il profilo di una dea.
Si parli di lei con un dardo nella mano.
È che L’Avana non è L’Avana?
Sarà che esiste solo una città
concupita da tutti gli eserciti?
Se chiedono di lei, rispondi: «non so,
credo che sia in viaggio».
E lascia che si spremano le meningi
cercando di immaginare quell’aria
tra il selvaggio e il gentile,
quella melodia cieca, quel gesto
simile al passo di lepre
che salta nel sorriso degli avanesi.
MOISÉS
Y Moisés dijo a su pueblo: Tened memoria de aqueste día,
en el cual habéis salido de Egipto...
ESODO, 13, 3
VENGO de las duras arenas de Egipto,
de las pardas y lejanas tierras de Canaán.
Me sigue el pueblo de Israel,
este arduo y cansado pueblo,
esta insomne y miseriosa raza
sin patria y sin memoria.
Atravesé las aguas,
recorrí sedientas estepas,
vi morir despacio a sus hijos,
pero seguí adelante.
Mi pueblo nada pregunta, simplemente me sigue.
Lenta y confusamente me sigue
hacia donde yo señalo.
Si digo: «la tierra que prometí está hacia el norte»,
él va conmigo hacia el norte.
Pero si digo: «la tierra que nos aguarda
queda al sur»,
vuelve inmediatamente sus pasos hacia el sur.
Y si me paro en seco, y exclamo:
«al este, debemos encaminarnos al este»,
mi pueblo no protesta,
porque sabe que la tierra de Jehová
está en todas partes.
A veces me pregunto
qué tierra es esa a la que nos dirigimos,
qué milagroso país nos aguarda
al final de este ciego peregrinaje.
En un mundo embriagado de fronteras,
hundido hasta los ojos en la barbarie,
¿a dónde podremos ir?
Quizás a la tierra del Amorrheo,
de pastores y labradores.
Tal vez a la del Jebuseo,
tierra de mercaderes,
sitio de tránsito en el espejo de las caravanas.
Mi pueblo no sabe que temo por él.
De noche, con los ojos abiertos, medito
en la oscuridad.
Me levanto y camino envuelto por las sombras
Hasta que el día me sorprende.
Entonces,
como quien tiene una súbita revelación
obligo a mi pueblo a emprender nuevamente la marcha,
haciéndole creer
que a la distancia del vuelo de una flecha
está el final del viaje.
MOSÈ
E Mosè disse al suo popolo: Ricordate questo giorno
nel quale siete usciti dall’Egitto…
ESODO, 13, 3
VENGO dalle dure sabbie d’Egitto,
dalle scure e lontane terre di Canaan.
Mi segue il popolo di Israele,
questo complicato e stanco popolo,
questa insonne e misteriosa razza
senza patria e senza memoria.
Ho attraversato le acque,
ho percorso assetate steppe,
ho visto morire a poco a poco i suoi figli,
ma sono andato avanti.
Il mio popolo non chiede nulla, semplicemente mi segue.
Lentamente e confusamente mi segue
laddove io indico.
Se dico: «la terra che ho promesso è verso nord»,
lui viene con me verso nord.
Ma se dico: «la terra che ci attende
si trova a sud»,
volge immediatamente i suoi passi verso il sud.
E se mi fermo di colpo, ed esclamo:
«a est, dobbiamo incamminarci a est»,
il mio popolo non protesta,
perché sa che la terra del Signore
è in ogni parte.
A volte mi chiedo
che terra sia questa verso cui ci dirigiamo,
quale miracoloso paese ci attenda
al termine di questo cieco pellegrinaggio.
In un mondo ubriaco di frontiere,
sprofondato fino agli occhi nella barbarie,
dove potremo andare?
Magari nella terra dell’Amorreo,
di pastori e agricoltori.
Oppure a quella del Gebuseo,
terra di mercanti,
luogo di transito nello specchio delle carovane.
Il mio popolo non sa che temo per lui.
Di notte, con gli occhi aperti, medito
nell’oscurità.
Mi alzo e cammino avvolto dalle ombre
fino a quando il giorno mi sorprende.
Allora,
come uno che abbia un’improvvisa rivelazione
obbligo il mio popolo a intraprendere nuovamente la marcia,
facendogli credere
che alla distanza del volo di una freccia
ci sia la fine del viaggio.
EL ÁNGEL Y LOT
Levantaos, salid de este lugar, porque
Jehová va a destruir esta ciudad.
GENESIS, 18, 22
«HUID de Sodoma», dijo el ángel a Lot.
«Llevad lejos a tus hijos, a tu mujer y a tu perro.»
Y Lot, el anciano y venerado Lot, de rodillas
ante el ángel, suplicó por la ciudad.
El puro, el intocable Lot de afables ademanes,
postrándose infinitas veces
Rogó perdón por los pecados de Sodoma
«Recoged vuestras cosas y marchaos, ordenó
el pálido emisario,
Sodoma será cenizas al amanecer.»
Lot, hundiendo su cabeza entre las manos,
lloró y suplicó una vez más
por la bella y envilecida Sodoma de las fuentes
y los jardines,
lloró y rogó por su amado y corrupto pueblo.
El ángel, con una mirada transparente
en un rostro de hielo, volvió a decir:
«Quedan pocas horas,
aprovechad las sombras de la noche
y desapareced.»
y Lot, irguiéndose lenta y fatigosamente,
sin poder apenas articular palabras
en su boca temblorosa, exclamó:
«Aquí permaneceré.
Nadie puede obligarme a abandonar mi ciudad.
Ni la palabra de Dios logrará sacarme de esta casa.
Esta casa es mi país, único reino que poseo.
Si me marcho, habré perdido para siempre
Lo ñunico que me ata al pasado.»
El ángel, con voz lejana y prfunda, rugió:
«Sálvate Lot, y escapa a la vecina Zoar.»
«Si huyo para salvar mi vida, respondió el anciano,
¿qué vida me espera fuera de la mía?
Sin la vida de los otros,
¿acaso tiene sentido vivir?»
Y alzando la voz como si fuera a entonar un himno,
continuó:
«Decidle a Jehová que permaneceré junto a los míos.
Y si la ciudad desaparece,
si la ira de Jehová no puede perdonarla,
mi mujer, mis hijos, mi perro y yo
desapareceremos con ella.»
El ángel miró a Lot con ojos de fuego,
pero Lot no miraba al ángel
sino las calles bulliciosas y concupiscentes de Sodoma.
L’ANGELO E LOT
Alzatevi, uscite da questo luogo, perché
il Signore sta per distruggere la città
GENESI 18, 22
«FUGGITE da Sodoma», disse l’angelo a Lot.
«Porta lontano i tuoi figli, tua moglie e il tuo cane.»
E Lot, l’anziano e venerato Lot, in ginocchio
davanti all’angelo, supplicò per la città.
Il puro, l’intoccabile Lot dagli affabili modi,
prostrandosi infinite volte
chiese perdono per i peccati di Sodoma.
«Raccogliete le vostre cose e andatevene, ordinò
il pallido emissario,
Sodoma sarà cenere all’alba.»
Lot, prendendosi la testa tra le mani,
pianse e supplicò ancora una volta
per la bella e depravata Sodoma dalle fontane
e dai giardini,
pianse e pregò per il suo amato e corrotto popolo.
L’angelo, con uno sguardo trasparente
in un volto di ghiaccio, tornò a dire:
«Rimangono poche ore,
approfittate delle ombre della notte
e sparite.»
E Lot, alzandosi lentamente e a fatica,
potendo a malapena articolare parole
nella sua bocca tremante, esclamò:
«Rimarrò qui.
Nessuno può obbligarmi ad abbandonare la mia città.
Neanche la parola di Dio potrà farmi uscire da questa casa.
Questa casa è il mio paese, l’unico regno che possiedo.
Se me ne vado, avrò perso per sempre
l’unica cosa che mi lega al passato.»
L’angelo, con voce lontana e profonda, ruggì:
«Salvati Lot e fuggi alla vicina Soar.»
«Se fuggo per salvare la mia vita, rispose l’anziano,
che vita mi aspetta fuori dalla mia?
Senza la vita degli altri,
ha forse senso vivere?
E alzando la voce come se stesse per intonare un inno,
continuò:
«Dite al Signore che rimarrò insieme ai miei.
E se la città sparisce,
se l’ira del Signore non può perdonarla,
mia moglie, i miei figli, il mio cane e io
spariremo con lei.»
L’angelo guardò Lot con occhi di fuoco,
ma Lot non guardava l’angelo
bensì le strade rumorose e concupiscenti di Sodoma.
LA PIEL DE LAS CÚPOLAS
Y LAS ESTATUAS DE VERONA
BAJO el sol de Verona hierve la ciudad.
El odio recorre sus calles,
brilla con júbilo en el rostro de los montescos
y capuletos.
Dagas y espadas están listas.
Sólo falta una razón, una excusa, cualquier
débil pretexto.
Y la sangre,
la augusta y milenaria sangre del hombre correrá.
Teobaldo, el apuesto capuleto
enfrenta hoy al gentil Mercucio.
Chocan con rabia las espadas. Un brillo mortecino,
una brutal mansedumbre las ilumina.
Algo salvaje baila en la expresión de los contrincantes.
Al rubio montesco
tocará la peor suerte.
Se derrumbará en medio de la plaza
agitando sus manos infantiles.
Después será Romeo, el demasiado joven y fogoso Romeo
quien jure venganza.
Y Teobaldo morirá
como mueren los que miran con un amargo fulgor.
Bajo el sol de Verona la sangre muerde.
La vieja y terrible sangre no entiende
ni acepta. Es capaz de todo.
Dagas y espadas esperan la señal.
Extraño resplandor flota en los ojos,
grave rictus en los labios.
Y en medio del odio,
el largo y sediento odio de las familias,
en medio de los tabúes que levantan los siglos,
avanza el amor.
LA PELLE DELLE CUPOLE
E LE STATUE DI VERONA
SOTTO il sole di Verona ribolle la città.
L’odio percorre le sue strade,
brilla di giubilo nel volto dei montecchi
e dei capuleti.
Pugnali e spade sono pronti.
Manca solo un motivo, una scusa, qualsiasi
debole pretesto.
E il sangue,
il nobile e millenario sangue dell’uomo scorrerà.
Teobaldo, l’affascinante capuleto
affronta oggi il gentil Mercuzio.
Colpiscono con rabbia le spade. Una luce cadaverica,
una brutale dolcezza li illumina.
Qualcosa di selvaggio danza nell’espressione dei contendenti.
Al biondo montesco
toccherà la peggior sorte.
Cadrà in mezzo alla piazza
agitando le sue mani infantili.
Dopo sarà Romeo, il troppo giovane e focoso Romeo,
a giurare vendetta.
E Teobaldo morirà
come muoiono coloro che guardano con un amaro fulgore.
Sotto il sole di Verona il sangue morde.
Il vecchio e terribile sangue non comprende
né accetta. È capace di tutto.
Pugnali e spade attendono il segnale.
Uno strano bagliore fluttua negli occhi,
un’orrenda smorfia sulle labbra.
E in mezzo all’odio,
il lungo e assetato odio delle famiglie,
in mezzo ai tabù che costruiscono i secoli,
avanza l’amore.
ÚLTIMAS PALABRAS DEL REY DAVID
LA NOCHE, Abisag,
es la voz de los cuerpos que envejecen,
el rumor de antiguas y soñolientas palabras
que agonizan.
Sentémonos a contemplarla.
Con delicadeza
permitamos que llegue hasta nosotros
y recibámosla
como si fuera un oscuto trofeo.
Tomados de la mano
Dejemos que la noche nos sorprenda.
Frente a ella, tu verdad y la mía
poco importan.
Sono como monedas tintineantes,
como ásperos frutos
mecidos por el viento.
La noche no es como nosotros
que hablamos y mentimos.
Como nosotros que abrimos una puerta
sin saber por qué.
No necesita argucias
Ni razones.
Cuando llega lo abarca todo.
Y todo, en ella, adquiere
la inusitada densidad del agua,
la inefable corporeidad de la memoria.
La noche, Abisag, es cruel.
Jamás perdona a los que se creen inmortales.
Pasa por encima de sus nombres
dejando un tenue polvillo,
una blanquecina hojarasca en las manos.
No da tregua
ni se detiene a meditar el rumbo.
Es una vieja máquina que tritura,
un descomunal ariete que derriba puertas,
un alud
que sepulta de golpe una ciudad.
Mas no temas, Abisag, a la noche.
No hay que temer demasiado a lo desconocido,
sino correr sin culpa y sin dolor
a su encuentro
y fundirnos en su abrazo.
ULTIME PAROLE DEL RE DAVIDE
LA notte, Abisag,
è la voce dei corpi che invecchiano,
il rumore di antiche e sonnolente parole
che agonizzano.
Sediamoci a contemplarla.
Con delicatezza
lasciamo che giunga fino a noi
e riceviamola
come se fosse un oscuro trofeo.
Mano nella mano
lasciamo che la notte ci sorprenda.
Davanti a lei, la tua verità e la mia
poco importano.
Sono come monete tintinnanti,
come aspri frutti
cullati dal vento.
La notte non è come noi
che parliamo e mentiamo.
Come noi che apriamo una porta
senza sapere perché.
Non ha bisogno di arguzie
né di ragioni.
Quando arriva avvolge ogni cosa.
E tutto, in lei, acquisisce
l’inusitata densità dell’acqua,
l’ineffabile corporeità della memoria.
La notte, Abisag, è crudele.
Giammai perdona coloro che si credono immortali.
Passa sui loro nomi
lasciando una leggera polvere,
un residuo biancastro nelle mani.
Non dà tregua
né si ferma a meditare la rotta.
È una vecchia macchina che tritura,
uno smisurato ariete che abbatte porte,
una valanga
che seppellisce di colpo una città.
Ma non temere la notte, Abisag.
Non bisogna temere troppo ciò che è sconosciuto,
piuttosto correre senza colpa e senza dolore
ad incontrarlo
e a fonderci nel suo abbraccio.
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
HIERONYMUS BOSCH
CAMINO del Gólgota va el Hijo del Hombre.
Avanza rodeado por la plebe
que no hace otra cosa que blasfemar,
que no puede hacer algo mejor que gritar anatemas.
Bosch ha pintado a Cristo cabizbajo,
los ojos cerrados en medio del sufrimiento.
Su cara está en el mismo centro del cuadro
rodeada de otras más hostiles,
expresiones desmesuradas por el odio
y el goce de ver el sufrimiento ajeno.
Bocas abiertas y desdentadas,
gestos llenos de crueldad
donde arde, implacable, la llama del horror.
Dónde estará el rostro serenísimo de María.
En qué lugar el de la Verónica y Simón.
En alguna parte
debe vagar la mirada febril de Barrábas
y la desconsolada de José de Arimatea.
El mundo está aquí. Todos estamos aquí,
Rodeándolo a Él.
Acabo de hallar mi rostro pintado: es el que está de perfil,
en el extremo superior, a la izquierda del rostro de Jesús.
Mis ojos están fijos en un punto distante del cuadro.
En mi cara se refleja una mueca de odio y de dolor,
un brillo entre humano y salvaje.
Rodeando al Maestro están mis hijos:
Uno ríe y otro llora.
Uno calla y otro vocifera.
Por más que busco
no puedo hallar el rostro de mi madre.
Lenta como es a su edad, quizás demore
en llegar al Monte de los Olivos.
Tengo la certeza
de que en cualquier instante aparecerá
asustado entre la muchedumbre.
Ese anciano que gesticula, es mi padre.
Discute la forma en que debiéramos
crucificar a Cristo.
Quizás hasta se brinde para poner el primer clavo
en su cuerpo.
Ojo, boca, saliva, semen, sangre, pus, deseos,
piel, palabras, eso somos.
Y en el centro,
en el inalcanzable centro,
en su punto irradiante,
Bosch ha situado la Belleza, la Piedad y el Amor.
Así sea.
GESÙ CON LA CROCE SULLE SPALLE
HIERONYMUS BOSCH
DIRETTO al Golgota va il Figlio dell’Uomo.
Avanza circondato dalla plebe
che non fa altro che bestemmiare,
che non può fare niente di meglio che gridare anatemi.
Bosch ha dipinto Cristo a testa bassa,
gli occhi chiusi in mezzo alla sofferenza.
Il suo volto è proprio al centro del quadro
circondato da altri più ostili,
espressioni esagerate dall’odio
e dal piacere di vedere la sofferenza altrui.
Bocche aperte e sdentate,
gesti pieni di crudeltà
in cui arde, implacabile, la fiamma dell’orrore.
Dove sarà il volto dolcissimo di Maria.
In che luogo quello della Veronica e di Simone.
Da qualche parte
deve vagare lo sguardo di Giuseppe d’Arimatea.
Il mondo è qui. Tutti siamo qui,
intorno a Lui.
Ho appena trovato la mia faccia dipinta: è quella che sta di profilo,
nella parte superiore, a sinistra del volto di Gesù.
I miei occhi sono fissi su un punto distante del quadro.
Nel mio viso si riflette una smorfia di odio e di dolore,
una luce tra l’umano e il selvaggio.
Intorno al Maestro ci sono i miei figli:
uno ride e l’altro piange.
Uno tace e l’altro grida.
Per quanto lo cerchi
non riesco a trovare il viso di mia madre.
Lenta com’è alla sua età, forse tarderà
ad arrivare al Monte degli Ulivi.
Ho la certezza
che da un momento all’altro apparirà
spaventato tra la folla.
Quell’anziano che gesticola, è mio padre.
Discute sul modo in cui dovremmo
crocifiggere Cristo.
Magari si offrirà perfino di mettere il primo chiodo
nel suo corpo.
Occhio, bocca, saliva, seme, sangue, pus, desideri,
pelle, parole, questo siamo.
E nel centro,
nell’irraggiungibile centro,
nel suo punto irradiante,
Bosch ha situato la Bellezza, la Pietà e l’Amore.
Così sia.
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